Valentín Martín
Diario del Aire
lunes, 29 de abril de 2024
"ROMPEDORES", LOS MOTIVOS DEL TEATRO
QUINCE EUROS POR UN CERTIFICADO DE TITULARIDAD EN CAIXABANK
Félix Población
Como ahora las empresas energéticas no dejan de darnos la tabarra en su pugna por ganar más clientes y arrebatárselos a la competencia, ofreciendo telefónicamente condiciones que luego sobre el papel escrito de las facturas no se cumplen (Iberdrola por ejemplo) y que no pasan de ser pequeños descuentos que en nada afectan los millonarios beneficios que suman esas empresas en cada ejercicio gracias a los gobiernos medrosos que padecemos, decido abandonar Iberdrola por cobrarme ocho euros más al mes que no constaban en la oferta planteada por uno de sus pertinaces agentes.
Para pasarme a otra compañía, esta compañía me solicita que le mande un certificado de titularidad de mi cuenta en Caixabank, anteriormente Bankia y en origen Caja Madrid, entidad financiera a la que estoy vinculado por nómina y pensión desde hace más de cuarenta años y a la que la ciudadanía contribuyó a rescatar hace unos años, junto a otros bancos del país, con más de 60.000 millones de euros.
Pues bien, por hacer la gestión personalmente a través de internet sin que uno solo de los operarios de esa entidad medie con su trabajo para facilitarme esa labor, Caixabank me advierte que descontará de mi cuenta quince euros, QUINCE, si quiero obtener ese certificado de titularidad, cantidad muy superior a la que cobran otras entidades financieras y que, en el caso de jubilados con pensiones muy inferiores a la mía, son de todo punto auténticos atracos.
Obviamente, he realizado la reclamación y protesta correspondiente, que sólo me servirá para airear mi indignación con todas las letras propias de quien se siente agraviado porque le depositen su dinero en una entidad que te lo sustrae por una mínima gestión, sin que los gobiernos más progresistas de la reciente historia de este país hayan tenido arrestos para lograr que los bancos no asalten de modo tan flagrante los bolsillos de sus clientes (todos lo somos desde que se nos ingresaron las nóminas y pensiones en esos multinacionales garitos de la usura) con comisiones de latrocinio.
Poco les ha importando a esas entidades financiera que gobiernan el mundo que los gobiernos medrosos de aquí y allá, ante el poder que han ido amasando, les hayan aplicado ridículos impuestos, sobre todo teniendo en cuenta que entidades como la citada no han dejado de incrementar sus beneficios multimillonarios: los del primer trimestre de este año en Caixabank han sumado mil millones de euros redondos, de un 15 a un 20 por ciento más que en el mismo periodo de 2023.
Como ciudadano y, sobre todo, como pensionista a los que esa multimillonaria empresa dice tratar con una deferencia publicitaria que es mera hipocresía -como toda su propaganda ofreciendo aperturas de cuenta sin comisiones-, siento la impotencia de todos los clientes seniors -así se nos llaman en esa desempleada y sobre todo productiva banca digital- a quienes roban sin posibilidad no sólo de recuperar lo robado, sino de impedir que lo sigan haciendo con el dinero de nuestros trabajo y nuestras pensiones.
DdA, XX/5626
EL PENSAMIENTO MILITARISTA: ENTRE MORIR Y MATAR, MEJOR VIVIR
Tal como señala en su reseña Carmen, el de Fernández Holgado, si ya era de suyo un libro necesario para la lectura y meditación con el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, que tenía abocada a Europa a una situación geopolítica que no se recordaba en el continente desde la llamada guerra fría, la masacre genocida que está perpetrando el Estado de Israel en la Franja de Gaza desde hace meses bien merecía, tal como ha hecho el autor antes de presentar el libro el libro en Madrid, una coda referente a Palestina. Si hay un país militarista en extremo en nuestros días ese es el del Israel de Netanyahu, a juicio de este Lazarillo, con la colaboración estelar de su padrino estadounidense y la Unión Europea en siniestros y serviles papeles secundarios, si bien Alemania lo está interpretando hasta tal grado de sumisión que podría llegar a reinstaurar -¡Alemania!- el servicio militar obligatorio: alles für der Heimat (todo por la patria). Y lo que venga, que puede ser un ominoso y peligroso camino hacia atrás.
Carmen Ordóñez
El jueves pasado se presentó en Madrid, en el Espacio La Atenea (centro cultural del barrio de La Guindalera), el libro de Fernando Hernández Holgado El pensamiento militarista. Sobre las guerras justas. Prologado por Carlos Taibo, este estudio nos llega con la impronta de la oportunidad. Algo que el autor no podía prever, de manera que se vio obligado a añadir un último capítulo bajo el epígrafe Coda palestina.
La presentación del libro se desarrolló en formato de entrevista, como un mano a mano entre el autor, historiador, y el periodista Rafael Fraguas que además es escritor, sociólogo, profesor de Geopolítica y, lo más significativo, ha sido corresponsal de guerra. Y es que el contenido del libro hace historia de la actualidad al tiempo que actualiza la historia.
El pensamiento militarista lleva el subtítulo Sobre las guerras justas. Y es este segundo epígrafe el que sustenta prácticamente todo el estudio. El texto, que compagina la erudición con la amenidad en la lectura, presenta un recorrido por la historia del pensamiento sobre la justificación moral de los conflictos armados.
Las guerras siempre se ciernen sobre sociedades indefensas sometidas a los intereses dominantes, hoy vinculados al capitalismo financiero y al neoliberalismo. Las democracias, por mucho que se invoque el concepto para justificar las atrocidades que generan las guerras, ya no tienen peso en los conflictos. Hoy, más que nunca, deberíamos tener claro estos aspectos antes de calificar de justa cualquier lucha armada.
Hernández Holgado, que es especialista en el estudio de las Fuentes Orales en Historia, materia que imparte en la Universidad Complutense, recuerda una entrevista realizada años atrás a una víctima del franquismo, una mujer mayor que resumió así nuestra último conflicto armado: “La guerra civil fue una guerra de los ricos contra los pobres. Y la ganaron los ricos”. Es en este contexto donde se plantean las contradicciones entre lo injustificable de la guerra y la resolución de los conflictos sociales por la vía armada, el choque moral entre el antimilitarismo y la necesidad de la lucha como acto de supervivencia.
Imagen que se difundió durante nuestra guerra civil, sacándola de contexto, y que procede de la guerra de África
Para alimentar el miedo que empuja a la guerra hay que crear siempre un enemigo. Los medios de comunicación por regla general no sólo incentivan esos temores sino que manipulan también el escenario bélico in situ. La propaganda de atrocidades para justificar la guerra llega a límites insospechados y Fernández Holgado mostró en la presentación dos ejemplos de esta aberración: uno de ellos era una imagen tomada durante la guerra de África donde unos soldados españoles exhibían las cabezas de algunos enemigos. Esta fotografía fue utilizada posteriormente en el contexto de nuestra guerra civil, bajo el epígrafe “Monstruosidad roja”, falseando por completo su origen y su significado, ya que los que ejercieron tal manipulación fueron los mismos que cometieron esas atrocidades. (Algo similar ocurrió cuando, a raíz del atentado de las torres gemelas, las televisiones difundieron imágenes de fiesta en los campos de refugiados palestinos, imágenes que naturalmente correspondían a otros momentos inocentemente festivos de una población árabe cualquiera).
Y es que, con la caída de la URSS, cuando parece que se inaugura una pax perpetua donde va a imperar el neoliberalismo, éste tiene que ser reforzado con la aparición de otros miedos: se traslada entonces el peligro enemigo del comunismo al Islam.
El segundo ejemplo que nos mostró el autor sobre esa misma propaganda de atrocidades y que en esta ocasión alcanza a los niños era un recortable de la popular muñeca Mariquita Pérez en traje de legionaria (la imagen data de 1922), sosteniendo con una mano un fusil y con la otra la cabeza de un niño negro, con otros pequeños africanos colgados o maniatados para completar el espacio gráfico. Hoy los jóvenes que hacen la guerra, se comentó, son chavales que han pasado directamente de los juegos de ordenador al manejo de los drones en la batalla real.
Podríamos trascender la moralidad, decía el autor, para acceder a la ética y romper ese binomio, esa contradicción de las guerras justas. Porque la moral, recalcaba el periodista, es individual mientras que la ética es colectiva. En un ejemplo cercano y muy presente, se recuerda cómo Gorbachov reclamó al liquidar la URSS que no se anexionaran a la OTAN los antiguos estados de la URSS. Diez países han roto ese compromiso hasta hoy, lo que explica, si no justifica, la agresión de Rusia, a todas luces ilegal.
Finalmente, el autor resumió su trabajo con esta afirmación: “El concepto de guerra justa nos coloca ante una disyuntiva que sólo puede ser resuelta mediante un axioma: Entre morir y matar, mejor vivir”.
DdA, XX/5626
domingo, 28 de abril de 2024
OVIEDO, VISITA GUIADA: DE CARBAYONES Y MOSCOVITAS
EL LAWFARE CONTRA SÁNCHEZ SILENCIA Y SEÑALA A SUMAR
Tal como subraya mi estimado Raúl al final de este interesante artículo en Diario Red, donde las colaboraciones con su firma son de lo mejorcito que se publica en un medio que debería responder con más alicientes informativos y opinativos a la expectativas que generó la creación de Canal Red, la crisis de régimen, lejos de haberse cerrado, es cada vez más profunda porque le ha roto las costuras a un sector del 15M que priorizó la táctica y el cortoplacismo antes que defender a sus compañeros de la mafia jurídica y mediática.
Raúl Solís
En política hay chispazos que se convierten en fogonazos porque cambian la conversación pública. El 15M fue un éxito porque puso a España a hablar de las puertas giratorias, del capitalismo financiero, de gente que era tirada a la puta calle por no poder pagar su hipoteca, de la corrupción, del dinero público que se había dedicado a salvar a los bancos, del abuso de poder, de la casta enmarañada en las telarañas del Estado, de la performance del bipartidismo y de tantas otras cosas más. Hubo cosas de las que no se habló, no al menos los suficiente. Del poder mediático, del entramado de medios de comunicación que, financiados por bancos, industria militar, energéticas y dinero público, sirven para defender los intereses de sus pagadores y no el derecho a la información de la ciudadanía que contempla el artículo 20 de la Constitución como un derecho fundamental.
Tampoco se habló del poder judicial, una casta nobiliaria con un casi insuperable sesgo de clase que termina convirtiendo un poder fundamental del Estado de derecho en un reservorio de las élites, con intereses reaccionarios que se convierten en el brazo armado de la derecha para derribar a opositores.
De hecho, si las demandas del 15M no han podido aterrizar con la radicalidad necesaria y deseada es porque estos dos poderes, el mediático y el judicial, han ido con todo, por lo legal y por lo ilegal, contra los actores políticos que el régimen ha sabido que iban más lejos de lo permitido. El lawfare o guerra jurídica y mediática no son unos jueces prevaricando para triturar el honor de políticos indomables, que también, sino la suma de los sectores reaccionarios del poder judicial con el poder mediático para matar civilmente a quienes osen disputarle el poder a los que mandan.
De hecho, en la mayoría de los casos de lawfare que hemos vivido en España en los últimos diez años, la prueba que ha servido para que un juez decida abrir diligencias son recortes de periódicos y declaraciones en medios de comunicación de supuestos afectados. La falsa causa judicial contra Podemos por supuesta financiación de Venezuela no hubiera hecho daño a la democracia española sin el papel estelar de Antonio García Ferreras, director de La Sexta y presentador de Al Rojo Vivo, o sin el Informe PISA que emitió en primicia la Cadena Ser a través de la periodista Ana Terradillos.
Sí, la misma Cadena Ser que estos días están tan preocupada por la democracia después de que Pedro Sánchez haya pedido una reflexión pública en lugar de usar el BOE para legislar y poner en orden al régimen del que el PSOE es parte indisociable, por mucho que María Jesús Montero se crea Evita hablándole a los descamisados en la Plaza de Mayo de Buenos Aires. El lawfare lleva diez años operando en España y no ha empezado con Pedro Sánchez. Igual se olvida que fue una presidenta del Congreso con carné del PSOE, Meritxell Batet, quien le quitó el escaño al diputado Alberto Rodríguez después de haber sufrido un caso de libro de lawfare.
Ha ocurrido lo mismo con el lawfare que ha sufrido Mónica Oltra. Es La Sexta, El País y la Cadena Ser quienes convierten las denuncias falsas contra la exvicepresidenta valenciana en un escándalo y empujan al PSOE a pedirle la dimisión, con el empujón definitivo de sus compañeros de Compromís que se la quieren quitar del medio porque pensaban más en elecciones que en defender el honor de una mujer decente que estaba siendo masacrada por tierra, mar y aire con un tema de alto voltaje moral.
Situación similar se dio con el lawfare contra Irene Montero por la ley del sólo sí es sí. Ferreras llegó a poner un contador de los supuestos violadores que eran puestos en la calle por los jueces prevaricadores, pero responsabilizando en todo momento a Irene Montero. El veto de Yolanda Díaz a la ex ministra de Igualdad se justificaba precisamente en que había sido víctima del lawfare contra la ley de libertad sexual. Díaz llegó a pedirle la dimisión a Irene Montero durante los días del lawfare contra la ley del sí es sí.
A pesar de que Antonio García Ferreras es uno de los actores principales de la guerra jurídica y mediática contra líderes progresistas, en su mesa tiene sentados a miembros de Más Madrid y Sumar y cada día, a eso de las 13 horas, entran en directo ministros o diputados de la formación de Yolanda Díaz mientras que Podemos está vetado por haber señalado el proceder de La Sexta.
La carta de Pedro Sánchez se ha convertido en ese chispazo que cambia la conversación y de golpe ha silenciado a Sumar, que vive con un miedo atroz a que el PSOE convoque elecciones o que Sánchez dimita. La formación de Yolanda Díaz lo vive con miedo porque esta conversación la señala a ella y a sus socios como agentes directos del lawfare contra sus antiguos compañeros, como beneficiarios directos, como mascotas del poder para edulcorar las operaciones mafiosas del régimen contra dirigentes de izquierdas.
Lo más radical que ha defendido Sumar contra el lawfare estos días es crear una comisión de expertos para combatir los bulos porque defender una ley de medios que tipifique como delitos la mentira, la desinformación o la publicación de noticias creadas a través de redes criminales sería señalar directamente a Antonio García Ferreras, a la Sexta y al presidente de Atresmedia, José Creuheras, ese señor con el que Yolanda Díaz entregó el Premio Planeta a Sonsoles Ónega, uno de los grandes baluartes de la Operación Sumar.
Al igual que en el 15M la vieja izquierda de las tarjetas black, de las puertas giratorias o que tributaba en Luxemburgo se quedó sin voz, el lawfare silencia a Sumar porque permite ver con claridad que es un producto directamente horneado por la guerra del régimen contra la izquierda que no aspira a ser mascota del poder. Lo que estamos viviendo estos días es un espejo que retrata a los poderes mediático y judicial, que fueron justamente los dos sectores que se quedaron fuera en la década pasada.
Mientras los medios de la derecha son cada vez más ultras, los medios progresistas, inclusos los nacidos al albur del 15M como Eldiario.es, están hoy en la esfera tranquilizante del neoliberalismo progresista que representan el PSOE y Sumar. La crisis de régimen, lejos de haberse cerrado, es cada vez más profunda porque le ha roto las costuras a un sector del 15M que priorizó la táctica y el cortoplacismo antes que defender a sus compañeros de la mafia jurídica y mediática.
DIARIO RED DdA, XX/5625
sábado, 27 de abril de 2024
EN EL PSOE Y SUS MEDIOS SABEN QUE SÁNCHEZ NO SE VA, SE QUEDA
POR TI QUE TE PROTEGES DEL ARDOR DE LA SEDA...
Inés Marful
viernes, 26 de abril de 2024
HACE 92 AÑOS, ESTA ERA LA PROPUESTA DE LA ESCUELA REPUBLICANA
La filosofía educativa de la República a
principios de 1932*
Eduardo Montagut
En la historia de la educación en la Segunda República aportamos un documento legal, no de rango superior, pero sí, creemos harto significativo, sobre los cambios que se pretendían hacer en la escuela. Estamos hablando de la circular de 12 de enero del director general de Primera Enseñanza, Rodolfo Llopis. Ahora, hace 90 años, recuperamos esta disposición.
La Dirección General había suministrado a través
de los Consejos Provinciales de Protección Escolar a las escuelas ejemplares de
la recién aprobada Constitución. Los maestros debían enseñar la Constitución,
explicando lo que significaba un texto constitucional para las democracias, las
luchas que habían tenido que sostener los españoles en demanda o defensa de la
Constitución, y como la República, al promulgar la Constitución, señalaba un
momento histórico en el proceso de liberación de los españoles.
Se abría un nuevo período histórico para España,
donde debían aunarse la alegría, la meditación y la responsabilidad. A los
maestros les tocaba una misión en relación con esa responsabilidad general.
El maestro como educador
Para las nuevas autoridades educativas el maestro
debía ser considerado un educador. La escuela debía convertirse en la casa del
alumno, un lugar donde desarrollar su infancia. En este sentido, el maestro
debía entender que además de instruir debía educar para que el niño pudiera
alcanzar el desarrollo de su personalidad.
Vitalizar la escuela
Había que dar vida a la escuela, y había que
llevar la escuela donde estaba la vida. La escuela libresca debía ser superada
por una escuela activa. Por eso, había que cambiar los horarios viejos y los
programas rutinarios para conseguir centros vivos de interés y por la libre
curiosidad del niño. La escuela debía responder a los interrogantes del niño, y
convertirse en un hogar donde pudiera trabajar. Precisamente, el trabajo se
convertía en el eje pedagógico de la nueva escuela. Pero hacer al niño un trabajador
no significaba que la escuela primaria fuera un centro para aprender un oficio
determinado. Lo que quería decir es que todo lo que se aprendiera en la escuela
debía hacerlo el niño con sus propias manos, y en colaboración con los otros
niños como compañeros suyos. Era una manera de enseñar que el trabajo propio o
individual era más útil si servía a los intereses de la comunidad.
La unión entre la escuela y el pueblo
En la circular se afirmaba que había que unir la
escuela al pueblo, es decir que la escuela debía vivir en contacto con la
realidad. Los niños tenían que conocer su entorno mediante excursiones, paseos
y visitas. El ambiente geográfico se convertía en un recurso didáctico para el
maestro. Ese entorno de fábricas, campos, talleres, el mar, etc. debía ser
totalmente familiar para los alumnos. La escuela debía establecer una relación
íntima con el trabajo y con el hogar. De ese modo, la misma podrá ejercer mucha
influencia. La escuela puede interesar a los padres organizando enseñanzas que
respondiesen a sus inquietudes, organizando bibliotecas, lecturas, audiciones y
conferencias. Todo lo que estaban haciendo las Misiones Pedagógicas estaba
convirtiendo a la escuela en el eje de la vida social de los lugares, y de ese
modo el pueblo acabaría sintiendo a la misma como una cosa suya.
Escuela laica
Así era, la escuela debía ser laica, porque tenía que respetar la conciencia del niño. La propaganda de todo tipo estaría prohibida en la escuela, porque no se podía coaccionar las conciencias. La escuela debía ser respetuosa y liberadora, un lugar neutral donde el niño viviese, creciese y se desarrollase.
Había que recordar que la Constitución establecía en su artículo 48 que la escuela debía ser laica. En dicho espacio no podía existir signo alguno que implicase confesionalidad, además de la prohibición de la enseñanza y práctica religiosas. La escuela debía inhibirse de los problemas religiosos. La escuela era de todos y aspiraba a ser para todos.
Pero, además, la circular pedía que los maestros revisasen los libros de texto por si incluían apologías del ex rey y de la Monarquía.
Llopis recordaba una circular de mayo donde se pedía al docente un esfuerzo, aprovechando las oportunidades que ofrecían sus lecciones en otras materias, el diario hacer de la escuela y los ejemplos de la vida de los pueblos, para inspirar a los alumnos un “elevado ideal de conciencia”.
Para el cumplimiento de todo lo dispuesto apelaba también al trabajo de la inspección educativa, sin olvidar la labor asesora para los maestros que debían desempeñar los Consejos locales, provinciales y universitarios de protección escolar.
*Hemos trabajado con el número 7156 de El Socialista, del día 14 de enero de 1932.
La Voz de la República DdA, XX/5623